¿Quiénes ganan y quiénes pierden en Puerto Deseado?
El clima económico comienza a recalentarse a partir de toda una cadena económica y productiva que se enfrío. Y de esto no están exentas ni las pequeñas ni las grandes empresas. En menor o mayor escala y, también, en términos de negocios y finanzas públicas para sobrevivir se necesitan algunas cosas: “rentabilidad”, “ingresos para cubrir egresos”, entre otros factores.
Las unidades de negocios más pequeñas (comerciantes, pymes, profesionales independientes, cuentapropistas) están seriamente afectados porque forman parte de una cadena de valor que provee a minoristas, mayoristas y particulares. Se han reducido o interrumpido las ventas y también la rueda de pagos.
Todo esto conlleva a otro efecto colateral: Las que si pueden operar están teniendo problemas en la logística y abastecimientos porque hay algunos rubros que no están autorizados a operar.
De esta situación gris tampoco escapa el sector público (nacional, provincial y municipal) en el cual sus finanzas se verán seriamente afectadas. El Estado Nacional verá caer su recaudación producto de las bajas en los niveles de consumo e inversión, la balanza comercial comenzará a declinarse producto de la caída de exportaciones e importaciones, por ende, la recaudación fiscal generada por el comercio exterior tendrá complicaciones.
Las provincias verán reducidos sus ingresos por coparticipaciones (fuente de los mayores ingresos de sus tesoros), se reducirá la presión e ingreso fiscal porque una gran parte de los contribuyentes comenzará a cesantear sus obligaciones y lo mismo sucederá con los Municipios, quienes verán mermados sus ingresos por coparticipación nacional y provincial (mayor fuente de ingresos) y por su baja en la recaudación por impuestos y tasas municipales.
Toda una cadena de “ingresos” se está cortando multiplicando los “egresos”. El virus no solo ha afectado la salud de las poblaciones, sino la “salud” financiera y económica Estatal, de los actores económicos y de los particulares.
En este contexto de incertidumbre, el propio Estado se debate entre el pasado, presente y futuro en la disyuntiva del sostenimiento de toda la carga estatal dónde se desconoce si se está al borde de un colapso económico o si se generarán oportunidades para una reactivación productiva equitativa.
El día después de mañana: Puerto Deseado
En nuestra ciudad la tensión social en contexto de “aislamiento” gira en torno a las actividades económicas influyentes en la economía local, como los son el puerto, la pesca y la actividad comercial, de servicios y de las Pymes pero en otra escala. Esta tensión sucede a partir de todo el movimiento de personas que involucran las dos primeras actividades económicas mencionadas, sus formas de trabajo, la procedencia de parte de sus recursos humanos (extranjeros y argentinos extra locales).
Y las discusiones, acontecen entre: a) Los que necesitan trabajar (trabajadores, emprendedores, comerciantes que no están en actividad, trabajadores marítimos y portuarios). b) Los que deben y pueden ir a trabajar (trabajadores, agentes sanitarios, gubernamentales y de fuerzas de seguridad) y emprendedores habilitados según DNU y disposiciones municipales. c) Los que no quieren no porque no pueden sino por temor (trabajadores de industrias y actividades económicas no excluidas; y d) Los que no están trabajando, pero perciben salario.
Todo esto está ocurriendo en un escenario avanzado de “cuarentena”, en la cual además se suma el inicio una prospección en aguas nacionales para ver la disponibilidad del recurso de élite para la pesca como es el “langostino”, con algunas plantas de proceso trabajando y otras próximas a trabajar, el muelle con servicios reducidos pero activos y una flota pesquera tangonera que comienza paulatinamente a activarse.
Bajo distintas formas se plantean enfoques y determinadas situaciones.
Por una parte, la Comunidad que se encuentra “en casa” sintiéndose expuesta a la posible afluencia en días de muchas personas (trabajadores de la pesca) que llegan desde diferentes procedencias en colectivos particulares a embarcarse bajo un protocolo de seguridad sanitaria poco difundido e informado a la sociedad.
En otro nivel, están los comerciantes que no están pudiendo trabajar porque muchos están excluidos de los servicios esenciales especificados por el Gobierno. Y por otro, las empresas del sector pesquero que en este contexto deben surfear los avatares para poder hacer sus abastecimientos y logísticas de trabajo; más el contexto de caída en precios internacionales, demandas y políticas de comercio exterior propias de Argentina y de los países donde comercializan.
Y en otro lugar, están los marineros de Puerto Deseado, preocupados por su situación de embarque considerando que hace más de cinco meses que no trabajan y necesitan hacerlo porque es la fuente de ingresos de sus hogares. Cabe mencionar, que si no embarcan tampoco percibirán “ayudas” porque no están comprendidos en los Programas de Asistencia del Estado. Se les suma también, que cambiarán las formas de relevos, dado que las armadoras deben evitar la alta rotación en la tripulación. Es decir, “sube uno y baja el otro”, pero esto quizás no ocurrirá.
Entonces, todo lector que está en casa cumpliendo su aislamiento seguramente estará pensando acerca de estos enfoques de los que necesitan y deben trabajar ¿de qué lado queda el mensaje de “primero la salud”, luego la economía entonces?
Finalmente, en mi humilde y discutible opinión, todo es cuestión de rentabilidades, y de ingresos para cubrir egresos como mencionábamos al principio.
Los trabajadores portuarios y marítimos necesitan generar recursos para sus hogares (se debe considerar además que son trabadores de zafra) y los sindicatos necesitan rentabilizar su organización sindical y de obra social para proveer prestaciones médicas a sus afilados.
Los Estados necesitan recaudar para sostener, entre otras cosas, el escenario actual y futuro de coronavirus.
Las Empresas (todas, grandes, chicas) necesitan sostener su negocio para que además puedan pagar salarios a sus empleados porque están obligadas a hacerlo.
Los comerciantes y pymes deben generar ingresos para sostener sus economías (también las de su propia familia), afrontar el pago de los salarios de sus trabajadores, cumplir con los Bancos (que no esperan) y proveedores, para cuando al salir de la “cuarentena obligatoria” puedan seguir comprando porque hay que producir para vender.
Como reflexión a esta situación de supervivencia y sustentabilidad económica que afrontan todos los actores aquí mencionados, podemos concluir acerca del alto valor de representatividad institucional que tienen todos los sectores que “organizadamente” (Cámaras de Empresarios Pesqueros, Sindicatos de Trabajadores) exponen y plantean situaciones que han permitido al Estado (nacional, provincial, municipal) tomar algunas decisiones acertadas.
Pero lamentablemente, otros sectores, los de también de importancia de generación de recursos al sector público, de generación de empleo y compre local, por carecer de representatividad sectorial, deberán ser resilientes y usar de toda su creatividad y capacidad para poder sobrevivir. Quizás también les sirva de experiencia para comprender que el escepticismo local no ha conducido a nada bueno, porque si antes nos “comían los de afuera”, ahora como emprendedores nos enferma o nos mata este virus.
Será entonces un posible desafío para el sector comercial, emprendedor y de las Pymes articularse para proponer ideas, proyectos o gestiones, para que con los recursos que ofrece el territorio (no monetarios específicamente) el escenario de post coronavirus sea motivador para una reactivación económica y productiva más profunda y pro activa. Entonces, podemos concluir que ¿La unión entonces hace la fuerza?
Lic. Magali Sequeira para www.etnograficas.com.ar