“Veo las cosas como son. Vamos de fuego en fuego hipnotizándonos… a cada paso sientes otro déjá vu ¿O no?” Gustavo Cerati
Como esa imagen que vuelve a nuestra mente una y otra vez. Esas palabras están inscriptas en el ADN de generaciones de caletenses. El hartazgo que se confunde con el olor a ropa sucia acumulada, las flores secas y los sueños postergados del desarrollo: “Nos gobiernan hace 30 años” dicen unos, “los siguen votando” sostienen otros. Hoy, la única e inapelable realidad es que Caleta Olivia repite su historia sin fin, el padecimiento social por la falta de agua potable domiciliaria, su escasez y la desigualdad provocada en su distribución que inauguró un nuevo capítulo el lunes pasado con una marcha histórica dónde miles de caletenses se unieron en un solo grito: “El agua es un derecho, ¡necesitamos agua!”
Crónica de una sequía anunciada
En 1965 el Diario Crónica publicó “Pronto a Solucionarse el Problema del Agua en Caleta Olivia”, que en su texto detallaba “el viernes 26 regresó de Río Gallegos el Interventor de la Comuna Señor Teófilo Martínez, luego de haberse entrevistado con el Gobernador de Santa Cruz Dr. Martinovic… su viaje obedeció a la urgencia de dar solución, en breve plazo a algunos problemas que afectan gravemente a la localidad de Caleta Olivia y sus habitantes”.
La problemática del agua potable en Caleta Olivia tiene una raíz histórica que data desde su mismo nacimiento, pero que tuvo un punto de inflexión en 2014 cuando miles de ciudadanos marcharon desde el Gorosito hasta la municipalidad y espontáneamente para visibilizar su reclamo se trasladaron hacia el ingreso norte de la ciudad produciendo un corte en la Ruta Nacional N° 3 que se prolongaría por veinte días.
Los acontecimientos del 2014 fueron denominados como “Días de sed” producidos por el malestar generado por la escasez de agua que se repetía una y otra vez con cada rotura del Acueducto Jorge Cartens. Obra millonaria que venía acumulando desde 1999 más de 550 pinchaduras en el tramo que une Cerro Arenales a Caleta Olivia y que fuera inaugurada con la promesa de “Durar 100 años”.
Otras acciones realizadas por Vecinos Autoconvocados consistieron en el pedido de Destitución y Juicio Político al Intendente, la presencia urgente del Gobernador para levantar el corte, al tiempo que exigieron declarar la Emergencia Hídrica, la reactivación de treinta pozos de Cañadón Quintar, la construcción de cinco Plantas de Ósmosis Inversa y la construcción de acueductos paralelos y Lago Buenos Aires. Al año siguiente durante la campaña electoral del Frente para la Victoria se anunciaba la licitación para el “Acueducto Económico y Social del Norte de Santa Cruz” por un monto de $ 11.680.140.624 que nunca se concretó.
La pandemia del Agua Potable
A pesar de que esta situación hídrica no es nueva, en este inicio del 2021 se vio profundamente agudizada por dos razones centrales: la pandemia por la que estamos siendo devastados desde hace meses y el fracaso en la puesta en marcha de la Planta de Ósmosis Inversa por la rotura del caño de captación a pocas horas de haberse anunciado el inicio de su funcionamiento, una obra que fue comenzada después del 2014 gracias a la masiva movilización popular y que luego fuera utilizada para la obtención de méritos políticos hasta ahora por dos gestiones municipales. Mantiene una similitud con lo acontecidos en el 2014, ya que ni el Acueducto ni la Planta de Ósmosis con su millonaria inversión lograron cumplir con el objetivo de proveer de agua potable a la ciudad.
A estas dos situaciones, se sumó la situación de deudas con la Sociedad Cooperativa Popular Limitada de Comodoro Rivadavia, la crítica situación económica de las familias que deben pagar continuamente por un servicio que no sirve, las pujas sindicales, las internas políticas a nivel local y provincial, el malestar generado por la nominación dentro de la terna como Juez de Paz al Gerente, la falta de mantenimiento e inversiones en obras, el aumento exponencial de camiones aljibes para la venta de agua en manos de privados, pero que se extrae de reservas públicas, la pérdida de la confianza hacia las dirigencias locales y provinciales, etc.
Hoy, en un momento crítico de la pandemia, con más de 6.000 casos acumulados por Covid-19 en la ciudad, la merma en el envío de caudal, la llegada del período estival y la imposibilidad de muchos para salir de vacaciones agudizó la escasez del recurso que llevó a la viralización del reclamo: “hace veinte días que no tenemos agua”, “en el barrio centro no tenemos agua prácticamente desde hace un mes”, “nos piden que nos cuidemos, pero no tenemos agua!!”, “queremos agua”, “inoperantes, renuncien”. Sin un Plan de Emergencia, la población continúa pagando por camiones aljibes, si tienen la suerte de conseguir uno. En tanto desde Servicios Públicos se anunciaba el pago total de la deuda con la Cooperativa, aunque eso no mejoró la provisión de un mayor caudal, porque a diferencia del 2014 esta vez el acueducto no sufrió mayores problemas por roturas.
Nuevamente, como un déjà vu perpetuo en el pico de la pandemia gran parte de la población no cuenta con agua potable en sus viviendas. Un problema histórico, como la falta de gestión y administración de los recursos hídricos en nuestra región que continúa mostrando su peor cara cuando la ciudadanía caletense se ve imposibilitada de cumplir con una de las recomendaciones más importante ante la pandemia: “lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón”.
Sedientos, pero empoderados
El lunes 4 de enero a las 20 hs. al calor de una tarde de verano, miles de vecinos comenzaron a arribar a pie y en filas interminables de vehículos para marchar por el agua para la ciudad. Se cristalizaba lo que se venía percibiendo: una nueva pueblada como en 2014, vecinos cansados de mendigar un derecho tan básico y fundamental para la vida humana en tiempos de pandemia, hastiados de ver cómo por un lado se les dice que no hay agua, pero por el otro, camiones aljibes cargan agua a diario para su comercialización porque al parecer en Caleta Olivia “no falta agua”, sino que se lucra con su necesidad.
Hizo falta una marcha multitudinaria para que funcionarios tomaran nota de que efectivamente se estaba (y se continua) atravesando una grave situación hídrica debido a la escasez del recurso, su distribución discrecional y la inexistencia de planes de contingencia.
Durante toda la semana se realizaron reuniones, visitas, conferencias de prensa y una superposición de partes de prensa por parte del gobierno local y provincial justificando que tomarían cartas en el asunto para llevar tranquilidad a la gente que llegaría hasta la declaración Presidencial “Me voy a ocupar del tema del agua para darle solución al problema”.
Nuevamente el arribo de emergencia de autoridades provinciales de SPSE y nacionales del ENHOSA, de nuevo el malestar social por escuchar “nuevamente” las mismas propuestas, las mismas promesas y las mismas justificaciones. El Concejo Deliberante en una extraordinaria declaró la Emergencia Hídrica, al igual que en 2012 (Ordenanza Municipal N° 1424/12) y en 2014 (Decreto N° 5784/14). Las promesas que se repiten una y otra vez, una y otra vez. Pero a diferencia de años anteriores, en esta oportunidad la comunidad esta empoderada, lista para volver a marchar las veces que sea necesario para una solución definitiva.
Una vez más la ciudadanía caletense demostró que es un mito que la “gente no participa”, quizás este 2021 nos permita sacudir de una vez por todas las injusticias estructurales a las que son sometidos los más vulnerables en este y los tiempos que vienen asomando y garantizar el agua como un derecho humano para no repetir en la próxima década un nuevo déjà vu.
Por Laura Córdoba